Teléfono: +52 1 55 49 39 31 34
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¡Hola, humanos! Soy Tita, pitbull de corazón gigante y espíritu travieso. Mi mamá siempre soñó llevarme a la playa, y aunque yo no era fan del agua (baños… ¡puaj!), conocí a mi amiga Luna, una golden que me enseñó a chapotear y divertirme.
Cuando mi mamá encontró a Perro Mochilero, ¡sorpresa! Por fin viajaríamos juntas, con asiento propio, cinturón de seguridad y aire acondicionado. Llegamos al hotel y yo, curiosa exploradora, recorrí todo: gimnasio, pasillos y jardines.
Luego la alberca: ¡wow! Chaleco salvavidas perruno, mamá conmigo y un chapuzón de ensueño. Después la playa: mojé patas y pancita, corrí, salté y jugué con Luna como una loca. En la laguna nadé como cocodrila, explorando cada rincón, ¡me sentí una aventurera de primera!
El segundo día, pista de obstáculos: quise ganar, pero mamá me dio más tiempo, aún así gané segundo lugar y muchas risas. Entre playa, alberca y juegos, nuestro sueño se hizo realidad. Dormí en la cama con mamá, perfecta conclusión de nuestra aventura.
Gracias Perro Mochilero por hacer de mis viajes momentos inolvidables con mamá.



¡Hola, soy Oreja García! Quiero contarles mi aventura en las Cascadas de Tulimán con mi mamá Gaby. Nos levantamos temprano porque la tía Flor nos dio raite. Éramos cuatro perros y tres humanas con maletas como si se mudaran. Al subir al transporte ¡nos tocó adelante! Yo me acomodé rápido mientras mamá batallaba por chaparrita .
Durante el camino, Fer, nuestro guía, contaba historias increíbles. La primera parada fue en la Reserva del Rey, un rancho hermoso donde olí pan recién hecho… no me aguanté y ¡me lo comí! Todos rieron, mamá no tanto.
En las cascadas tuvimos pase VIP, caminamos entre risas y colitas moviéndose. En la primera se formó un arcoíris y el agua nos cayó en la cara, ¡hermoso! Luego bajamos al bosque, mamá quiso subirse a la tirolesa pero se rajó. Encontramos un árbol con un agujero, mamá dijo que vivían duendes y nos tomamos foto.
La última cascada brillaba como mágica. La subida fue difícil, mamá resoplaba como si escalara el Everest . Fue un viaje inolvidable lleno de amigos, aventuras y amor perruno. ¡Únete a Perro Mochilero y vive algo así!
Oreja, entre caminos boscosos y pan robado



¡Hola, humanos! Soy Paquito, y les cuento mi historia desde el puente del Arcoíris… Mi último viaje con mamá fue muy especial. Nos encantaba mochilear, descubrir nuevos lugares y estar juntos, porque para mí no hay nada mejor que acompañarla.
Nuestro destino fue Chautla, Puebla, con Perro Mochilero. Corrí como nunca, desde la entrada, pasando el castillo y hasta el restaurante… la verdad, solo quería más pollito. Pero cada carrera, cada juego y cada olor que exploré, lo hice disfrutando con mamá y los amigos peludos y humanos que conocimos.
Fue mi último viaje, y aunque ya no estoy en la Tierra, cada recuerdo me llena de felicidad y me hace sonreír. Mamá adoptó a Grillo, y sé que seguirá viajando con él y viviendo aventuras. ¡Viajar con tu peludo es un regalo que deja huellas en el corazón!
Gracias Perro Mochilero por convertir cada viaje en un recuerdo inolvidable junto a mamá.



Ragnar, el cachorro travieso en 1000 Islas
¡Hola, humanos! Soy Ragnar, mezcla de pastor belga y pastor alemán, hijo de Lobo, y esta fue mi primera gran aventura.
En el parque Hundido me encontré con mi hermana Delta y fue todo un drama familiar: ella me reclamaba cosas que ni entendía y yo solo quería subirme a la camioneta. Después nos reconciliamos y comenzamos nuestras luchas de cachorros como si no nos hubiéramos visto en años.
Al llegar a la laguna, era hora de demostrar que somos nadadores natos como papá. Corrimos, nadamos y mamá humana casi llora de orgullo. Las islas eran privadas, ¡solo para nosotros y otros peludos! Nadé, exploré, tomé sol y hasta defendí a Delta de un intruso que quiso meterse en nuestro juego.
Entre chapuzones, carreras y juegos, también tuve que esperar la comida, ¡y lloré un poquito de hambre! Pero todo valió la pena: agua, sol, aventuras y travesuras sin fin. Ahora soy un animalote listo para la próxima locura.
Si tú también quieres explorar el mundo con tu peludo, únete a Perro Mochilero.



Lobo Marino en la Riviera Maya
¡Guau, viajeros! Soy Lobo, pastor alemán y orgulloso perro Marino. Amo el agua en todas sus formas: playa, río, cascada, regadera… si moja, ¡me lanzo y hago olas con mis patas!
Esta vez mi mamá humana planeó un viaje a la Riviera Maya y, aunque pedí vacaciones de soltero, me llevó también a Ragnar, mi hijo travieso. Me dijo: “si tienes hijos, los aguantas”. Trampa total
En el camino Ragnar no paraba: caminaba por toda la camioneta, se subía a la gente y hasta intentó sentarse con los choferes. ¡Qué oso!
Primera parada: Isla Aguada, agua, arena y felicidad total. Luego Campeche, donde Ragnar se asustó con las estatuas (yo solo fingí no conocerlo y me reí).
Después, Holbox: arena blanca, mar azul y cero olas. Nadé, jugué con mi balón y cuidé a mi mamá cuando se metía al agua. También visitamos Playa Cuyo, Sisal y un cenote privado, ¡me sentí estrella de cine! Cerramos en Villa Rica, Veracruz, entre dunas, chapuzones y muchas risas.
Fue un viaje inolvidable, lleno de agua, sol y diversión. Ahora entiendo por qué me llaman Lobo Marino… ¡nadie me saca del agua! Si tú también quieres aventuras así, únete a Perro Mochilero y descubre el mundo con tu peludo.


